Sesión de fotos familiares cerca de Santander y resto de Cantabria
Cuántas veces hemos oído, “no tenemos unas fotos de familia decente!”, o si hago yo la foto, entonces no salgo!. Esta clase de sesión está pensada para los papás, los nenes y las mascotas en un entorno a elegir, bien sea playa, campo, bosque p en el estudio…, pero no sólo para tener esa foto de todos juntos, sino también para vivir una experiencia familiar, un ratito de compartir todos juntos y llevarse el recuerdo para siempre.
En ese ratito lo importante no es el sitio, o el momento, lo importante es la familia. Me encanta ver como en cada reportaje de familia se respira felicidad, cariño. Cuando en el reportaje participan los abuelos, o es un regalo que sus nietos les hacen, entonces es algo indescriptible. Esas miradas de complicidad que huelen a chocolate y regaliz, esos abrazos cálidos, son experiencias que llenan el espíritu.
A veces, la vida pasa muy deprisa, y no nos paramos a ver lo importante que tenemos alrededor, y cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta que no tenemos fotos profesionales con los niños, o con los abuelos, porque vamos dejando pasar el tiempo, y luego no lo hacemos. al fin y al cabo parte de nuestro legado es el recuerdo que dejamos en nuestros seres queridos, y es importante que se materialice en una foto o en un álbum en el que pasado el tiempo podamos echar la vista atrás.
A mi personalmente me encanta ver los álbumes antiguos, con estas fotos de familias numerosas posando para una foto, o esos niños jugando con juguetes de madera. Me parecen una parte de la historia maravillosa que nos hace humanos.
La sesión de fotos familiares es muy variada, y puede hacerse en exterior, en casa o en estudio, pero a nosotros nos gusta darle un estilo cándido, entrañable, como de película romántica, así concebimos las sesiones familiares.
Recuerda, sed vosotros mismos.
En mi sesión de fotos familiares, no buscamos modelos profesionales posando, sino capturar la complicidad que existe en el núcleo familiar: las cosquillas a los pequeños, las bromas entre los papás, la complicidad entre los hermanos y el amor indescriptible hacia nuestras mascotas, quienes nos hacen la vida un poco más feliz.
Cada familia es única, al igual que cada sesión fotográfica. El único requisito es que las familias sean auténticas, sin complejos, y que lleguen a la sesión dispuestas a disfrutar cada segundo conmigo, creando recuerdos entrañables que perdurarán para siempre.
Mi estilo, mi visión de las sesiones fotográficas, consiste en cuidar los detalles y poner alma en cada disparo, porque eso marca la diferencia. Si bien podemos tomar fotos fácilmente con nuestros teléfonos móviles, una foto cuidada, donde prime la armonía del vestuario, los colores y el ambiente, integrándolo todo en una colección de imágenes que narran parte de nuestra historia, solo se logra con un buen profesional.
Es fundamental que durante la sesión te olvides del tiempo, de los móviles y del trabajo, desconectes de la rutina. Si estamos en el campo, escucha los sonidos, el aire, los pájaros. Atrévete a abrazar a tu niño grande, a besar a tu pareja, a oler su cabello como hace tiempo que no lo haces. Ese será el retrato más hermoso que tendrás: espontáneo, natural y eterno. Permíteme capturar esos momentos auténticos y crear recuerdos familiares que te emocionarán.
Y ahora que me has convencido, ¿dónde las hacemos?
En muchas ocasiones, ya tenemos las ideas claras y sabemos exactamente lo que buscamos. En esos casos, no hay problema, lo discutimos y preparamos la sesión a tu gusto.
Pero otras veces, puede resultar más difícil decidirse. ¡No te preocupes! Hablamos y buscamos lo que más te guste: fotos en el campo mientras haces un picnic, una tarde de lectura y juegos cerca de un bosque, una acampada, un paseo por la playa, o incluso montar un campamento estilo Livingston en un «desierto».
A veces el clima no acompaña y resulta más íntimo realizar la sesión en el estudio, donde podemos montar una habitación de estilo colonial y ¡listo! Las posibilidades son infinitas, solo tienes que atreverte a pedirlo.